Taquillera de puerto aereo de muy mal servicio a usuarios
me dijo que no insistiera que no me lo iva a vender que fuera a cambiar le dije que ella tenia que vendermelo no era un billete de alta denominacion para no cambiarmelo que alla tenia que tener cambio y me dijo muy altanera y hasta con señas que si yo veia un cartel donde dijera que ella cambiava y que le hiciera como quisiera le dije que entonces me vendiera 2 boletos y dijo que aun asi no tenia cambio hasta que yo empese a preguntar en la fila quien tenia cambio y un señor me dijo que iva a comprar 4 boletos y me dio su billete de $20.00 para comprar los de el y el mio y asi me despachara mi boleto todavia yo le dije a la señorita que iva a levantar un reporte y muy burlona me dijo que adelante que ehi estaba la caseta de quejas, fui y la reporte con el encargado en turno. espero y tomen cartas en el asunto y evaluen el mal trato que aveces se comete porque para eso estan prestando sus servicios para servir el ciudadano.
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Comentarios sobre esta queja
Vaya cosas, en la taquilla te dicen que no hay cambio y entras en la tipica actitud de que a fuerzas te lo vendan.
En fin cada cabeza es un mundo.
En fin cada cabeza es un mundo.
Algo igual de nefasto me sucedió hace un año, no recuerdo bien la fecha, pero fue en este mes.
Un sábado por la tarde (como eso de las 5 pm) abordamos mi esposa y yo el metro en la estación Coyoacán. Cuando llegamos al metro las luces de los vagones estaban apagadas y la gente chiflaba. Parecía que el tren tenía un rato parado. Después de un rato, el tren comenzó a avanzar pero, a la mitad del trayecto de Coyoacán a Víveros, el tren se paró y olía a quemado. Las luces del tren se volvieron a apagar y empezó a salir humo. Creo que pasamos como 10 minutos parados, con humo y respirando a quemado, hasta que el tren reanudó la marcha (lenta) para llegar a Víveros. Allí, mi esposa y yo nos salimos, del susto y de lo mal que estaba el tren. Nos pareció una irresponsabilidad que dejaran seguir con la marcha del tren si ya tenía fallas una o varias estaciones antes.
Bueno, salimos del tren, y yo, naturalmente, estaba súper molesto: empecé a gritar si por eso habían subido la tarifa. Luego me dirigí a la taquilla y también vociferé contra la despachadora, que era una chica joven, quien ya no vendía los boletos y sólo se escondía mientras hablaba por teléfono con quién sabe quién... pero lo más insultante de esa situación fue que me hizo pito y me hizo señas de mentadas de madre. Pienso que esas personas despachadoras no andan en transporte privado y me pareció tremendamente irresponsable que dejaran que el tren siguiera con la marcha, poniendo así en peligro la vida de quién sabe cuantas personas. Desde entonces yo les tengo mucho coraje, por que en efecto, no son gente que dijeras tú fueran de clase prominente: NO, son gente como tú y como yo, que andan a pie y en transporte público. Y mira, yo la verdad prefieron recargarle a mi tarjeta en las taquillas del metrobús o en los Seven Eleven (aceptan desde 5 pesos) que estar recurriendo a ellas. Espero que un día deje de haber gente que vaya a las taquillas a recargar su tarjeta. Espero que un día se queden sin trabajo.
subir Un sábado por la tarde (como eso de las 5 pm) abordamos mi esposa y yo el metro en la estación Coyoacán. Cuando llegamos al metro las luces de los vagones estaban apagadas y la gente chiflaba. Parecía que el tren tenía un rato parado. Después de un rato, el tren comenzó a avanzar pero, a la mitad del trayecto de Coyoacán a Víveros, el tren se paró y olía a quemado. Las luces del tren se volvieron a apagar y empezó a salir humo. Creo que pasamos como 10 minutos parados, con humo y respirando a quemado, hasta que el tren reanudó la marcha (lenta) para llegar a Víveros. Allí, mi esposa y yo nos salimos, del susto y de lo mal que estaba el tren. Nos pareció una irresponsabilidad que dejaran seguir con la marcha del tren si ya tenía fallas una o varias estaciones antes.
Bueno, salimos del tren, y yo, naturalmente, estaba súper molesto: empecé a gritar si por eso habían subido la tarifa. Luego me dirigí a la taquilla y también vociferé contra la despachadora, que era una chica joven, quien ya no vendía los boletos y sólo se escondía mientras hablaba por teléfono con quién sabe quién... pero lo más insultante de esa situación fue que me hizo pito y me hizo señas de mentadas de madre. Pienso que esas personas despachadoras no andan en transporte privado y me pareció tremendamente irresponsable que dejaran que el tren siguiera con la marcha, poniendo así en peligro la vida de quién sabe cuantas personas. Desde entonces yo les tengo mucho coraje, por que en efecto, no son gente que dijeras tú fueran de clase prominente: NO, son gente como tú y como yo, que andan a pie y en transporte público. Y mira, yo la verdad prefieron recargarle a mi tarjeta en las taquillas del metrobús o en los Seven Eleven (aceptan desde 5 pesos) que estar recurriendo a ellas. Espero que un día deje de haber gente que vaya a las taquillas a recargar su tarjeta. Espero que un día se queden sin trabajo.
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