Plaza de los Mariachis en Gdl., tristeza de patrimonio cultural
Apesar de que en 2009, el último año de la administración de Alfonso Petersen Farah en el ayuntamiento de Guadalajara, se inició la rehabilitación de la Plaza de los Mariachis, el proyecto no se terminó, por lo que hoy el entorno luce descuidado y semeja una cantina a cielo abierto, se quejan los comerciantes de la zona.
En esa época, varios locatarios de la Asociación de Empresarios por la Plaza de los Mariachis, presidida por Patricia Camarena Núñez, pidieron a las autoridades remodelar la zona, pero como no tenían recursos delegaron la obra al empresario Gustavo Ruiz Velasco Nuño, quien se comprometió a invertir 8 millones de pesos a cambio de que el ayuntamiento le concesionara el sitio público por un periodo de 30 años.
Entrevistados por el reportero, algunos de ellos, quienes piden omitir su nombre por temor a represalias, dicen que el empresario se quedó con el proyecto y se le fijó un calendario de obras para que, a partir del mes de marzo de ese año, iniciara con ellas y las entregara en agosto siguiente durante el Festival Internacional del Mariachi.
En ese lapso el inversionista sólo levantó el piso y dejó a la intemperie las redes de drenaje y agua potable. Pese a ello el ayuntamiento reinauguró la plaza el 26 de noviembre de 2009. Con esa acción, dicen los locatarios, violó una cláusula del contrato en la cual se establecía que si en diciembre las obras no estaban listas, Ruiz Velasco debía regresar la plaza al municipio.
Y aunque el empresario admitió que le faltaba el ocultamiento de redes eléctricas, la rehabilitación de algunas fachadas y la instalación de transformadores, atiborró la plaza con sillas y mesas de metal y plástico, similares a las de los antros.
Hoy, Ruiz Velasco posee un solo permiso oficial pero controla diversos giros comerciales, entre ellos un bar, una taquería que funciona con un tanque de gas (lo cual está prohibido), una nevería y un puesto de aguas frescas y paletas, aducen los entrevistados.
Los comerciantes cuestionan que el empresario obtenga agua potable y energía eléctrica sin pagar lo correspondiente por ambos servicios. Lo acusan también de colgarse con diablitos de los postes de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de conectar mangueras a tomas de agua clandestinas.
Según ellos, el último recibo de luz expedido por la paraestatal a nombre de Ruiz Velasco correspondiente al “bimestre” que va del 27 de marzo al 25 de mayo de 2012, periodo en el que sus negocios consumieron 2 mil 968 kwh, por los cuales debió pagar 9 mil 916 pesos. La cifra es superior a la de los primeros meses de 2011, cuando el arrendador de la plaza consumió sólo 5 mil 194 kwh por bimestre.
Alberto Aceves, propietario del restaurante El Pacífico, comenta que varias veces él y sus compañeros pidieron a Protección Civil y Bomberos enviar a su personal para para que revisara las instalaciones eléctricas.
Los integrantes de la asociación que preside Camarena Núñez se quejan también porque, aun cuando la plaza forma parte de Centro Histórico y Barrios Tradicionales de Guadalajara y de que las estructuras no pueden modificarse sin un dictamen correspondiente, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Patronato del Centro Histórico no han frenado las tropelías del empresario.
Resaltan también que ahí hay tres inmuebles que datan de finales del siglo XIX. El principal es la iglesia de San Juan de Dios, a cargo de los frailes juaninos, cuya construcción inició en 1726. Según los archivos históricos, en ese sitio estuvo el primer hospital de la ciudad.
Hoy, dicen los entrevistados, Ruiz Velasco utiliza los muros de ese inmueble para recargar escobas, trapeadores y otros utensilios; además de obstaculizar la visibilidad del templo con tres mantas que colocó de extremo a extremo en dos luminarias para anunciar los espectáculos musicales que organiza y la variedad de bebidas y alimentos de sus negocios.
El 18 de abril último, el párroco local Ignacio Romo, se quejó desde los micrófonos de la cadena radiofónica Notisistema porque, expuso, le es imposible oficiar misa con “las trompetas en la oreja”. El clérigo pidió también reubicar la Plaza de los Mariachis para recuperar el funcionamiento del templo.
El desdén
El 26 de agosto de 2009, directivos del INAH le solicitaron a Ruiz Velasco interrumpir las obras y el 1 de octubre siguiente emitieron un dictamen en el cual le pedían retirar los barandales colocados alrededor de la plaza por carecer de permiso.
En el documento expusieron que, dado el valor patrimonial de los edificios del entorno, debió haber pedido permiso para hacerles modificaciones. Como no lo hizo, el instituto le negó la licencia.
El arquitecto del INAH Cuauhtémoc de Regil comenta que el empresario “se desentendió”, lo mismo que el ayuntamiento.
Lo que ha hecho Ruiz Velasco es seguir los pasos de su padre, Ignacio Ruiz Velasco Flores, quien hace 45 años “adquirió el uso de suelo” de 330.80 metros cuadrados, mientras que su hermano Óscar obtuvo una licencia similar en un área de 304 metros cuadrados.
El 17 de septiembre de 2008 don Ignacio solicitó al ayuntamiento de Guadalajara, encabezado por el panista Alfonso Petersen Farah, para unificar ambas superficies. Según el convenio, las autoridades le concedieron 850 metros cuadrados, prácticamente la plaza completa.
En el extremo que colinda con Calzada Independencia, Ruiz Velasco puso un local de aguas frescas; en el lado oriente instaló un puesto de helados, lo que implicó recorrer alrededor de cinco metros el busto de Silvestre Vargas, elaborada por el artista Rafael Zamarripa como homenaje al músico y compositor del mariachi que lleva su nombre.
La escritora y cronista Carmen Libertad Vera recuerda que la escultura se instaló el 9 de octubre de 1990 y fue develada por el alcalde Gabriel Covarrubias Ibarra, pero a raíz de una remodelación el busto se removió y quedó bajo la “custodia” del propietario del restaurante Mi Ranchito.
En 2009, cuando la plaza comenzó a remodelarse, algunos vecinos solicitaron al particular que reintegrara el busto, que se colocó en su sitial el día de la “reinauguración”, comenta.
A su vez, el empresario Gustavo Ruiz Velasco trajo una estructura con la leyenda Guadalajara 2011, que anunciaba la justa deportiva venidera y que fue colocada por el Comité Organizador de los Juegos Panamericanos en la zona centro. Pero como “era demasiado largo”, Ruiz Velasco lo dividió en dos. El nombre de la ciudad quedó en el entarimado donde se presentan los espectáculos, mientras que la fecha se ubicó en el extremo oriente de la plaza, junto a su puesto de helados.
También tomó los maceteros del crucero de las avenidas Juárez y Alcalde, instalados ahí por el ayuntamiento para inhibir el cruce de peatones por ese sitio. Cuestionado sobre esas acciones, el empresario dijo que la Secretaría de Turismo le dio en comodato a perpetuidad el letrero, en cuando a los maceteros, el ayuntamiento, dijo, los tenía tirados en un paraje cercano al zoológico de Guadalajara.
Proceso Jalisco buscó a la síndico María de los Ángeles Arredondo Torres, para preguntarle sobre la situación jurídica de la plaza. La oficina de Comunicación Social del ayuntamiento informó que hay un litigio en curso contra el arrendatario, por lo cual no puede hablar sobre el asunto. De manera similar respondieron el director de Padrón y Licencias, Mario Ernesto Padilla, y el titular de Protección Civil y Bomberos, Héctor López Sahagún.
Proyecto inconcluso
El proyecto ejecutivo de rehabilitación de la Plaza de los Mariachis no llegó a cumplirse ni en 50%, asevera el arquitecto Pablo Vázquez Piombo, especialista en arquitectura, investigación y restauración de sitios y monumentos.
Comenta que entregó una propuesta al ayuntamiento de Guadalajara en la cual incluía el remozamiento de las calles Primo de Verdad, Álvaro Obregón y un tramo de Calzada Independencia. La realización del proyecto fue difícil por la complejidad que encierra la zona y por el conflicto de Ruiz Velasco y los integrantes de la Asociación de Empresarios por la Plaza de los Mariachis.
Según él, mientras la presidenta de ese organismo, Patricia Camarena Núñez, empujaba su proyecto, Ruiz Velasco presionaba al ayuntamiento para que le firmara la concesión de la plaza.
Vázquez Piombo expone que el empresario dijo que él aportaría los fondos para rescatar el área e incluso fijó con las autoridades el tope de la obra: 8 millones 322 mil pesos. Al amarrarse el trato, dice, él quedó fuera de la supervisión de la obra.
El ayuntamiento accedió porque en ese momento carecía de recursos, que había invertido en la remodelación de las guarniciones y banquetas del Centro Histórico.
El diseño de la plaza incluía la colocación de varios quioscos de información y el desplazamiento de una fuente para ganar espacio. Al parecer los quioscos se compraron, pero no se han instalado, insiste Vázquez Piombo. “Creo que Gustavo los tiene por ahí”, aunque le resultó más redituable “poner un puestito de nieves”.
Relata que antes de iniciarse la obra, los comerciantes de la zona y Gustavo Ruiz Velasco tuvieron varios encuentros en los que el empresario estuvo de acuerdo con los lineamientos. Al final hizo lo que le convino.
Y menciona un ejemplo. La calle Álvaro Obregón tendría un paseo de la fama, ciclopuertos, bancas, botes de basura, bolardos, señalética, módulos de información y hasta una escultura de Vicente Fernández montado a caballo, a petición de los propios comerciantes.
“Terminaron pintando nomás las fachadas, cuando el propósito era restaurarlas. Pero no, sólo se pintaron, dejando toda la mugre y el cochinero debajo”, dice el arquitecto. La pintura fue donada por el ayuntamiento.
Por su parte, Patricia Camarena asegura que las banquetas de Álvaro Obregón quedaron abiertas, aun hoy tienen boquetes en los que ocurren accidentes. Y sobre el paseo de la fama, cuyo propósito era instalar 320 placas metálicas para rendir homenaje a los artistas que contribuyeron a que la música del mariachi trascendiera fronteras, simplemente no se cumplió.
Salu2...
Comunicólogo.
Fuente:Jorge Covarruvias
Proceso
Vázquez Piombo concluye: Ruiz Velasco se dedicó a hacer lo que le era necesario y redituable. Se trata de un caso extraño pues, dice, no recuerda otro ejemplo en el que un particular se adueñe impunemente de una plaza pública con la anuencia de las autoridades.
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